Compendio de cuentos
Estos son los cuentos que les tuvieron que mandar sus compañeros. El hombre que llamaba a Teresa Bajé de la acera, di unos pasos hacia atrás mirando para arriba y, al llegar a la mitad de la calzada, me llevé las manos a la boca, como un megáfono, y grité hacia los últimos pisos del edificio: -¡Teresa! Mi sombra se espantó de la luna y se acurrucó entre mis pies. Pasó alguien. Yo llamé otra vez: -¡Teresa! El hombre se acercó, dijo: -Si no grita más fuerte no le oirá. Probemos los dos. Cuento hasta tres, a la de tres atacamos juntos. -Y dijo-: Uno, dos, tres. -Y juntos gritamos-: ¡Tereeesaaa! Pasó un grupo de amigos, que volvían del teatro o del café, y nos vieron llamando. Dijeron: -Ale, también nosotros ayudamos. Y también ellos se plantaron en mitad de la calle y el de antes decía uno, dos, tres y entonces todos en coro gritábamos: -¡Tereeesaaa! Pasó alguien más y se nos unió, al cabo de un cuarto de hora nos habíamos reunido unos cuantos, casi unos veint...